ViSiTaS

viernes, 15 de noviembre de 2013

Ciclo-orgasmo


Que al que escribe le gusta la bici (en el más amplio significado de la palabra), es conocido. Que el que escribe debe reconocer que le chiflaba ver a su hermano mayor Miguel como entrenaba a diario, hiciera el tiempo que hiciera, por carretera o en el rodillo de 3 rulos, con viento, lluvia, frío y calor…allí estaba mi hermano, para mi "el más mejor". Yo “entendía” todo aquello perfectamente porque yo entrenaba con cierta “seriedad” Atletismo (con mi otro hermano Jesús, otro personaje que merece una entrada individual por todo lo que aportó en mi vida). Dobles sesiones cursando la EGB, sacrificio, fuerza de voluntad, entrenos, competiciones, éxitos y fracasos...locura incomprendida para muchos, nuestro manera de entender la vida para pocos.

Los años pasaron, y entre todos me inculcaron un amor por la bicicleta que a día de hoy es un veneno, un dulce, amable y reconfortante veneno; que como tal me tiene “envenenao”…


Sin darme cuenta, fui cool sin saberlo, cuando era el único que iba al Instituto en bici, con una “cool bike” de las “cool de ahora”; formada por despieces, singlespeed, sin frenos (lo hacía con el pié en la cubierta trasera) y pintada de negro con un spray grafitero. Luego, el veneno me empujó a pedirle a mi padre que me “cediera amablemente” parte de mi beca de estudios para comprarme mi primera “mountanbay”…una Kona Lava Dome ¡¡¡ y a partir de ahí, las 2 ruedas me atraparían. Calculo que correría el año 1994…luego mi hermano Miguel “me cedió” (por decirlo amablemente, porque me temo que se la tomé prestada para siempre) su Razesa con tubería Reynolds para que entrenara en carretera. Me la “quedé” para ir a la Universidad (así ahorraba el BUS al gasto semanal universitario, y mi madre la mar de contenta y yo la mar de fuerte). Luego bicis, carreras, más bicis  y más carreras. Algún éxitos, más fracasos, pájaras, caídas, retos, viajes…he sido el “mecánico oficioso” de todo el que me conocía, he montado y desmontado bicis, ruedas y todo lo que no estuviera pegado o soldado. Ahora tengo una bici de carretera, una de triatlón, una de ciclocross, una de montaña y un engendro todo uso. Y ya va bien…

El resto de mi historia sobre ruedas hasta ahora, es muy largo de contar, pero el que me conoce ya se la sabe de una u otra manera, bien porque me ha sufrido o bien porque me ha hecho sufrir, bien porque ha competido conmigo, bien porque me ha acompañado en entrenos…en fin, un cansino amante de la bicicleta y de todo lo que ella conlleva.

Pero el otro día, casi sin querer queriendo, tuve la oportunidad de vivir una experiencia casi religiosa, mística, inolvidable: montar a una persona “adulta” en una bici (concretamente un tándem) por primera vez en su vida y sin caerse. Digo “adulta” porque desde el primer momento tuve la sensación de llevar detrás a una de mis sobrinas pero “tamaño adulto”; y digo sin caerse porque cada vez que lo intentó a solas, acabó en el suelo.


Las gestos de pánico, miedo, ilusión, nerviosismo…pasaron a risas incontrolables…y a gritos de "dale, daaale, más rápido ¡¡¡”. Al principio, y como buenamente podía, la tranquilizaba cogiendo o tocando su mano en el manillar trasero y en minutos miré hacia atrás y estaba pedaleando de pié (¿?¿?¿?); y con más estilo que muchos ciclistas. Fue impresionante ¡¡¡ y yo que pensaba que poco me podía sorprender ya de la bicicleta. 
El momentazo me hizo recordar que alimenta el alma de un ciclista, y que disfrute interior de paz y libertad nos otorgan las 2 ruedas, donde sea y en las condiciones que sea. Me temo que todos pedaleamos con la misma ilusión que un niño, pero lo interiorizamos de una manera instintiva. Creo que nos ponemos nerviosos en muchas circunstancias (un pelotón, un abanico, haciendo la rueda dando relevos o yendo acoplados) y que gritaríamos descontroladamente en otras (un descenso prolongado, una cima de un puerto mítico o una llegada a meta). Pero jamás hubiera pensado que ver exteriorizar ese niñ@ que llevamos todos dentro me dejara tan, tan, tan…no se, impactado y sorprendido. 
He querido entender que la culpa de mi sentir la tiene el hecho que todo me recordó el niño que llevo dentro y por sentir que lo que me hace feliz estaba haciendo muy feliz a la persona más especial que ronda mi vida. Me sentía contento, cantaba, silbaba y reía por tener la suerte de estar viviendo un acontecimiento imborrable en la memoria de la niña que llevaba atrás. Y si a toooda la experiencia le sumamos miles de detalles, miradas, gestos de cariño y conversaciones míticas; el tema rozó el orgasmo cerebral y sentimental.

En resumidas cuentas, y por acuñarlo de alguna manera, un ciclo-orgasmo que marcará un antes y un después en la vida de al menos dos “niños”…ella y yo.

jueves, 31 de octubre de 2013

Escribe y alimenta el alma…


Quien dijo miedo? Venga, animarse…abre el Word y mánchalo de letras ¡¡¡
El lenguaje escrito (sea por el medio que sea) es capaz de lo mejor y de lo peor. En estos tiempos que corren, en los que de una manera u otra leemos textos por castigo (publicidad, emails, facturas, comunicaciones oficiales, etc, etc…) hay otros que leen por vicio, bendito vicio. Pero sea lo que sea, se agradece enormemente leer algo que esté bien escrito, o al menos que nos genere la atención necesaria para seguir hasta el final.

Pero y si además de agradar a la vista, hace remover algo en nuestro interior?
Y si leemos sentimientos hacia nosotros?
Y si escribimos sentimientos de nosotros hacia otros?

Que pocos de nosotros nos hemos enfrentado a escribir en una hoja en blanco…y “rellenarla” de letras con o sin sentido. Y ni que decir tiene la minoría que seremos los que trasladamos nuestros sentimientos a un papel (físico o virtual).




Por razones varias, desde hace meses me ha “tocado” expresarme mucho escribiendo virtualmente; redactando, transformando sentires en letras. Miles de mensajes de ambas partes envueltos en genialidad, sentimientos, comprensión, empatía, sorpresa y necesidad de muchas cosas. Todo ello, intercalado con fotos, frases profundas de terceros (“de esas para pensar”) y un largo etc. La verdad es que he de reconocer que tengo esa "conversación virtual" guardada como oro en paño, y hoy los protagonistas de la misma nos reímos si la recordamos. Pero os puedo asegurar que trasladado a formato libro sería un Top Ventas; por lo genial, increíble, especial y único de la historia. 
Un mundo virtual que nos hizo soñar, flotar y volar…donde todo se podía expresar, donde siempre escuchaba alguien, donde no se le daba opción a la soledad ni a la indiferencia. Donde todo importaba, donde todo se expresaba...


De una manera u otra, ambas partes hacíamos sin querer o queriendo una declaración de sentimientos e intenciones. Hablo de esos textos que se clavan, se guardan, se leen y releen…pudiéndote hacer en cualquier momento o lugar, llorar de alegría y de pena, sonreír eternamente o hacerte desconectar de la realidad de una manera ciertamente preocupante. Un agujero negro de letras ordenadas y creado de la nada, y ahora, con tanto sentido para ambos que nos abruma más cada día que pasa.




Creo que cuando nos esforzamos en poner por escrito nuestros sentimientos...los del corazón, los del estómago, los de nuestra mente, todos ¡¡¡ poco margen tenemos para mentir. Así que animo a escribirlos, a pensar en que o quien de verdad es importante para nosotros, recodar momentos vividos del pasado o por vivir en el futuro que nos provoquen una sonrisa hoy, escribir que significa para nosotros, cuanto lo queremos, lo admiramos, lo alabamos o lo necesitamos. Pero más allá de lo que provoquemos en el/lo otro, realmente lo que recomiendo es éste acto egoísta de escribir. Por esa paz interior que se siente escribiendo lo que no somos capaces de expresar en palabras sonoras. Sonidos que articularlos con dos ojos clavados en nosotros nos costaría toda una vida, o más de una.

Pensar en el/lo otro…escribir sobre que o quien nos motiva, que o quien nos atrae, que o quien necesitamos, que o quien queremos, que o quien amamos por encima de todo…y que o quien nos sobra.

Ejercicio no baladí que no deberíamos esperar a que la vida, de una manera u otra, nos obligue a tener que hacerlo, o lo peor, a arrepentirnos de no haberlo hecho.


miércoles, 19 de junio de 2013

Sentimientos VS Inteligencia/Lógica/Sentido Común

El título de este texto es tan grandilocuente como estúpido por mi parte intentar disertar sobre semejante conflicto. Lo intentaré hacer desde mi propia experiencia, con el conocimiento básico adquirido en mi paso calmado y privilegiado por la vida.

Siempre me creí afortunado por todo lo que me iba aconteciendo. Pero la verdad es que hasta hace muy poco, no me había sucedido nada grave (increíble), nada que me hiciera tocar el fondo (las nubes) hasta decir basta. Hasta gritar esto no va a poder conmigo, hasta llorar y reír con sentido y sin él, hasta sentirme piel y sentimientos y no necesitar lo que de verdad necesitamos para subsistir, y que no es más que algo de comida sólida, algo de comida líquida y un techo (si me apura). Algo estaba aconteciendo en mí que por muy duro (mágico) que me pareciera, jamás hubiera podido entender que iba a ser lo peor (mejor) sufrido y lo más surrealista (realista) que me podía pasar.

Hace días dejaba atrás una vida o la vida me dejaba a mi atrás. Una vida feliz como pocas pude ver, y casi me atrevería a decir que admirada por  much@s. Y era así, era una vida verdaderamente feliz, sin aspavientos, sin elementos vacíos ni accesorios, sin prisas, llena de detalles, de gestos de cariño, de pasión, de admiración…pero, y aquí llega el pero, depende del concepto que cada uno entienda por “ser feliz”.
Imagino que habrá personas que ni siquiera se han planteado que les hace feliz, ya sea por vaguedad mental o porque simplemente se han dado cuenta que no tienen nada de lo que les hace feliz a su alrededor, y eso les aterroriza, les da pánico y pavor. A veces, vemos la felicidad en vida ajena, sin pararnos a pensar en que somos los principales responsables de la vida que tenemos.



Pero ahí quedó, atrás…de una manera u otra, mi anterior vida quedó en un letargo al cual le deseo todas las bondades. Llegar a esta conclusión bien que me ha costado, principalmente por esa lucha interna que indico en el título de este post. Obviamente, somos quienes somos por lo que vivimos y por lo que aprendemos de eso que vivimos; así que solo podemos crecer cuando nos enfrentamos a este tipo de “regalos de la vida”. Como resumen, me confirmé que me sobraban muchas “cosas” y personas a mi alrededor…y me hacían falta pocas “cosas” y personas a mi alrededor. Fácil, verdad ¿? No tanto, ya que llegar a conclusiones tan drásticas no se asimilan tan fácil; sobre todo entender que tus “necesidades” son otras y asumir que si alguna de éstas no están, es porque otras mejores están por llegar.

A pesar de lo vivido, la vida te sorprende y te vuelve a dar más regalos, y aquí viene lo bueno…igual o mejores que los del pasado. Cuando hace días uno está en la creencia de que lo de antes era difícil de superar, recibir más y mejores regalos te deja descolocado, atónito y completamente speechless. Y de nuevo el dichoso “titulo” cobra sentido. Dudas, miedos y sentimientos mezclados que no te dejan ver lo extraordinario del momento, de los nuevos acontecimientos y que a veces, y digo a veces, la inteligencia, la lógica y el sentido común no valen para nada, o mejor dicho, valen para poco.


Ilusiones nuevas que te hacen comparar, olvidar y afirmar que lo mejor está por llegar, que todo tiene oportunidades de mejora y que los pilares más grandes tan pronto se caen son capaces de renacer en su versión 2.0. y más robustos y fuertes que nunca.

Que la vida nos dé regalos tan dispares para mi es un misterio…y no acabo de entender como en semanas se puede pasar de llorar de rabia a llorar de emoción. Ahora el problema, el bendito problema ¡¡¡ es tener calma para disfrutar de tanto bueno e increíble que me llega y no dar ningún mal paso. Aprender a ser tan feliz sin correr hacia lo que uno quiere, dejando que te lleguen las cosas y no ir a por ellas. Ya me demostré demasiadas veces que si quiero algo de verdad y en cualquier ámbito, lo consigo, no con pocos esfuerzos…pero lo consigo. El nuevo reto parece que es desear y sentir “algo” con todas mis fuerzas, y “esperarlo sentado en silencio y pensándolo a gritos”.


Dejar que venga hacia mi, o al menos, que la consecución de ese “algo” sea calmada porque no tengo que competir con nadie, no tengo prisa, … será esto aplicar el sentido común a los sentimientos ¿? O tendrá que ver con la inteligencia emocional ¿?

Sea lo que sea…gracIas BuDha o el que tenga la culpa de esto ¡¡¡ de todo esto ¡¡¡