Quien dijo miedo? Venga, animarse…abre el Word y mánchalo de
letras ¡¡¡
El lenguaje escrito (sea por el medio que sea) es capaz de
lo mejor y de lo peor. En estos tiempos que corren, en los que de una manera u
otra leemos textos por castigo (publicidad, emails, facturas, comunicaciones
oficiales, etc, etc…) hay otros que leen por vicio, bendito vicio. Pero sea lo que sea, se agradece
enormemente leer algo que esté bien escrito, o al menos que nos genere la
atención necesaria para seguir hasta el final.
Pero y si además de agradar a la vista, hace remover algo en
nuestro interior?
Y si leemos sentimientos hacia nosotros?
Y si escribimos sentimientos de nosotros hacia otros?
Que pocos de nosotros nos hemos enfrentado a escribir en una hoja en blanco…y “rellenarla” de letras con o sin
sentido. Y ni que decir tiene la minoría que seremos los que trasladamos nuestros
sentimientos a un papel (físico o virtual).
Por razones varias, desde hace meses me ha “tocado”
expresarme mucho escribiendo virtualmente; redactando, transformando sentires en letras. Miles de mensajes de ambas partes
envueltos en genialidad, sentimientos, comprensión, empatía, sorpresa y necesidad de
muchas cosas. Todo ello, intercalado con fotos, frases profundas de terceros
(“de esas para pensar”) y un largo etc. La verdad es que he de reconocer
que tengo esa "conversación virtual" guardada como oro en paño, y hoy los protagonistas de la misma nos reímos si la recordamos. Pero os puedo asegurar que trasladado a formato libro sería un Top
Ventas; por lo genial, increíble, especial y único de la historia.
Un mundo virtual que
nos hizo soñar, flotar y volar…donde todo se podía expresar, donde siempre
escuchaba alguien, donde no se le daba opción a la soledad ni a la indiferencia. Donde todo importaba, donde todo se expresaba...
De una manera u otra, ambas partes hacíamos sin querer o queriendo una declaración
de sentimientos e intenciones. Hablo de esos textos que se clavan, se guardan, se leen y releen…pudiéndote hacer en cualquier momento o lugar, llorar de alegría y de pena, sonreír eternamente o hacerte desconectar
de la realidad de una manera ciertamente preocupante. Un agujero negro de letras ordenadas y creado de la nada, y ahora, con tanto sentido para ambos que nos abruma más cada día que pasa.
Creo que cuando nos
esforzamos en poner por escrito nuestros sentimientos...los del corazón, los del estómago, los de nuestra mente, todos ¡¡¡ poco margen tenemos para mentir. Así
que animo a escribirlos, a pensar en que o quien de verdad es importante para
nosotros, recodar momentos vividos del pasado o por vivir en el futuro que nos provoquen
una sonrisa hoy, escribir que significa para nosotros, cuanto lo queremos, lo admiramos,
lo alabamos o lo necesitamos. Pero más allá de lo que provoquemos en el/lo otro, realmente
lo que recomiendo es éste acto egoísta de escribir. Por esa paz interior que se siente escribiendo lo que
no somos capaces de expresar en palabras sonoras. Sonidos que articularlos con dos ojos clavados en nosotros nos costaría toda una vida, o más
de una.
Pensar en el/lo otro…escribir sobre que o quien nos
motiva, que o quien nos atrae, que o quien necesitamos, que o quien queremos,
que o quien amamos por encima de todo…y que o quien nos sobra.
Ejercicio no baladí que no deberíamos esperar a que la vida, de
una manera u otra, nos obligue a tener que hacerlo, o lo peor, a arrepentirnos de no haberlo hecho.